Qué el estrés no se te suba a la cabeza! (o lo menos posible)
El cuerpo se expresa por todas las partes que puede. Basta detenernos un poco para escucharlo. La cabellera, tal como la piel, manifiesta rápidamente el estrés y no solo se trata de la caída del pelo. Canas prematuras, aumento de la grasa en el cuero cabelludo, caspa y sequedad de la fibra capilar, son algunas señales que pueden indicar exceso de estrés. ¿Reconoces alguna en ti? Sigue leyendo.
La piel y el pelo están profundamente conectados con el sistema nervioso. De ahí que manifiesten tempranamente cualquier alteración por causa de una exposición prolongada al estrés. Una de las secuelas más observables es la caída del pelo, pero ciertamente no es la única.
¿Te salieron canas durante la pandemia? ¿Has notado mayor grasitud en el pelo? ¿Aumentó el frizz? ¿Tu melena está indomable? ¡Atenta a las señales! Puede que estés necesitando una pausa. “Un cabello estresado refleja un cuero cabelludo estresado”, dice la experta del departamento de educación capilar en Peluquerías Palumbo, Marisol Aburto.
Niveles altos de estrés aumentan la secreción de grasa y puede aparecer caspa y, en casos más severos, dermatitis seborreica. Como los estados tensionales prolongados además fomentan la deshidratación, no es extraño entonces que el pelo se torne más frizzado y reseco, que lo vuelve difícil de manejar y opaco a la vista.
María Antonieta ya lo vivió
Si de pronto, te llenaste de canas, que sean causa del estrés tiene asidero porque como se acelera el ciclo natural del pelo, el folículo piloso pierde pigmento con rapidez, lo que se conoce como canicie súbita. Dice la leyenda que a María Antonieta se le puso el cabello blanco el día de su ejecución en 1791, y, aunque casi improbable que haya sido de un día para otro, lo cierto es que dio pie para confirmar que el estrés es capaz de blanquear la melena.
La buena noticia es que, recientemente, la Universidad de Columbia ha descubierto que el color de pelo se puede restaurar una vez que el estrés ha cesado. Por tanto, evitar estados prolongados de estrés es sumamente importante para preservar la salud global.
¿Y qué hago ahora?
Si estás en la tormenta ayúdate con productos que contengan aminoácidos, “su misión es reparar y recomponer las proteínas de queratina situadas bajo la cutícula y que proporcionan grosor al cabello”, explica Marisol.
Los dermatólogos recomiendan alimentos ricos en zinc, hierro, ácido fólico, vitamina B 1, vitamina D y biotina. Existen tratamientos para el cuero cabelludo que deberán ser recetados por un especialista, aunque masajes ayudarán a propiciar estados de relajación.
El deporte y la actividad física es fundamental, por cuanto aumenta la circulación y, en consecuencia, la oxigenación celular. Además, se liberan endorfinas, que ya sabemos, nos dan una sensación de bienestar y alivian el estrés.
Y, por último, paciencia. ¡Es lo más difícil! Pero debes comprender que los cambios en el cabello tardarán en manifestarse, lo importante es ser constante e ir paso a paso alimentando el autocuidado. ¡Se puede!